Introducción
De forma aparente la ciudadanía, la democracia y los
derechos humanos están estrechamente vinculados, aunque hay que mencionar que
existen diversos puntos de tensión, estos antagonismos implican la subordinación
de la democracia a los derechos humanos y por consecuencia a la ciudadanía
misma.
La ciudadanía como tal ejerce múltiples dimensiones, tales
como la legal y la política, sin embargo, han de coincidir en que están basadas
en principios y valores que excluyen la violencia para dar paso al dialogo como
medio principal para la solución de problemas, educar a la ciudadanía implica
educar en valores éticos y democráticos mismos que conllevan a una convivencia
libre de prejuicios y empatía.
Se hará referencia a una historia de la vida real, relatada
en la película Escritores de Libertad donde una maestra pone a prueba sus
capacidades para reivindicar a alumnos violentos, racistas y en completa
desunión a razonar e involucrarse más en los estudios para lograr graduarse.
La convivencia debe lograrse en medios ambientes no
violentos, dado que la formación de un profesional debe incluir formación como
ciudadano y como persona y que la formación ciudadana como tal debe ser un acto
social que se realice en todos los lugares del mundo.
Sociedades más activas y críticas y progresivamente más
sofisticadas tienen a su disposición más instrumentos para canalizar sus
crecientes demandas participativas en diversos espacios o ámbitos políticos.
Desarrollo
El concepto de ciudadanía
implica múltiples dimensiones, en principio tiene una dimensión legal, sin
embargo también representa un ideal político igualitario y una referencia
normativa para las lealtades colectivas, conlleva a una relación de pertenencia
con una determinada comunidad política, una relación asegurada en términos
jurídicos y también significa una forma de participación en los asuntos
públicos, de esta forma se considera que se trata de una condición de estatus y
una de práctica política.
Al respecto Marshall y
Bottomore (1998) refieren que, “La ciudadanía es aquel estatus que se concede a
los miembros de pleno derecho de una comunidad. Todo el que lo posee disfruta
de igualdad tanto en los derechos como en las obligaciones que impone la propia
concesión” (p. 37)
La ciudadanía representa,
al estatus legal
que toma los derechos que el individuo puede hacer valer frente al Estado.
Conde (2006) indica que, “La
ciudadanía es un estatus político, pero también es una identidad cívico
política…Implica amplias exigencias a los ciudadanos, pues planteo que éstos
estarán interesados permanentemente en lo político” (p. 146).
En este orden de ideas Burraxais
(2007) hace alusión a que la educación de la ciudadanía promueve el dialogo
excluyendo la violencia, de tal forma que los desacuerdos deben de argumentarse
y pactarse mediante el diálogo.
“Educar a la ciudadanía supone
una educación en valores, en valores democráticos, en valores éticos, valores
que nos van a ayudar a llevar a cabo acciones que van a ser acciones morales o
éticas”. (Burraxais, 2007, p. 16)
En este sentido la educación
ciudadana en la escuela es una tarea que se le atribuye formalmente al
profesor, sin embargo, padres y madres de familia deben reflexionar en cómo
están educando a la ciudadanía desde el hogar.
De acuerdo a Sher, Shamberg
y Devito (2007) en la película Escritores de Libertad, la maestra nueva en un
plantel donde impera el desorden, el caos, la violencia, el racismo, la
violencia y la completa desunión, logra integrar a los estudiantes desalineados
intentando enseñarles un poco más de literatura, arte y algo de historia, donde
ella les muestra algo del interés de los alumnos con referencia a la literatura
y el arte, les hace comparar que no son nada ellos y sus pandillas con los
nazis, ya que ellos dominaron grandes territorios con odio, racismo y
muerte, así como las pandillas, al final, logran graduarse y superarse.
La violencia no es ajena a
la ciudadanía, sin embargo, los profesores deben hacer esfuerzos por canalizar
esas energías negativas y transformarlas en algo positivo.
En los años recientes ha cobrado fuerza
la discusión sobre el significado de la convivencia y cómo hacerla posible en
climas no violentos y apegados a ciertos principios éticos. No se trata de un
interés nuevo en realidad, pero es una efervescencia en parte alimentada por el
debate público sobre los entornos de creciente violencia social en México y
situaciones de violencia escolar ampliamente difundidas. (Landeros y Chávez,
2015, p.15).
Los retos de la sociedad del
México actual exigen tomar decisiones al respecto, la violencia debe ser
excluida para dar paso al dialogo como una medida de solución de problemas.
Atinadamente Martínez
(2006) indica que, “Hoy, la formación de un buen profesional debe incluir su
formación como ciudadano y como persona. Aunque la realidad demuestre lo contrario, el ideal debería ser éste”
(p. 88). Ante tal realidad, la ciudadanía debe inclinar la balanza hacia la
razón, la ética y la justicia.
Barba (2007) refiere
que, “La educación ciudadana no es una actividad social y escolar que sólo deba
atenderse en las sociedades no democráticas” (p. 53). Lo que hace suponer que
es una necesidad en todos los lugares del mundo. La ciudadanía y su dimensión
política, acerca al individuo a la participación política ciudadana y por
consecuencia a la democracia.
En palabras de Oñate, (2005)
indica que, “La ciudadanía, progresivamente más sofisticada, activa y crítica
tiene, por tanto, a su disposición más instrumentos —diversificados— para canalizar
sus crecientes demandas participativas en diversos espacios o ámbitos políticos
diferenciados muy distintos de aquellos ámbitos fusionados de acción política”
(p. 119).
De tal modo que, al evolucionar el pensamiento y las necesidades de la
ciudadanía, surgen diversos instrumentos de participación política en los
cuales se ejerce una de las características de la ciudanía en el marco legal y
político.
De acuerdo a INE COLMEX (2014), “la ciudadanía como un concepto
contemporáneo “implica pensar la participación como la forma en que se
materializa la noción de ciudadanía en tanto el derecho a tener derechos” (p.
21)
Conclusiones
A modo de conclusión
se ha de rescatar que a pesar de que existe diversidad de culturas, religiones,
etnias que tienen distintas formas de ver la vida, el respeto es algo que no
debe faltar en ninguna de ellas, la formación ciudadana provee de normas,
valores y ética para evitar la violencia la discriminación para atender la
inclusión social.
No discriminar al
diferente, al que piensa distinto, al que vive en otra cultura y en general no
discriminar a nadie, porque todos somos seres humanos únicos e irrepetibles,
distintos, todos tenemos rostros, maneras y formas de hacer y de vivir.
Aprender que la
formación de la ciudadanía debe implicar múltiples dimensiones donde los
actores del entorno social son personas que merecen ser escuchados y no
agredidos haciendo uso de violencia física, verbal o psicológica.
Comprender que todos
tenemos un origen distinto, un pasado que aparentemente justifica nuestras
acciones, sean buenas o no. Como educadores debemos educar a la ciudadanía, en
un ambiente democrático donde prevalezcas los derechos humanos, mismos que son
la principal defensa de los sujetos de la ciudadanía.
Referencias
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http://portal.iedf.org.mx/biblioteca/descargas_forosC.php?id=37
Conde, S. (2006).
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Oñate, P. (2005).
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Sher, S., Shamberg, M.,
Devito, D. (Productores), & LaGravenese, R. (Dirección). (2007). Escritores
de Libertad [Película]. EU. Paramount Home Entertaiment.
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