Generalmente
cuando comenzamos una relación de noviazgo, no pensamos en el fracaso, por el
contrario, debido a la ilusión del momento que nos provoca comenzamos a hacer
planes a futuro. Creamos tantas cosas en nuestros pensamientos que, acarreados
por la emoción, lucen como si todo pareciera real y que se cumplirá llegado el
momento. Sin embargo, después de diferentes situaciones como peleas constantes,
irrespetos, intolerancia, impaciencia y muchas otras cosas que se dan en
los noviazgos, comienzan los problemas y diferencias irreconciliables.
Las relaciones
que constantemente se pelean y pasan más tiempo enojados que contentos, son
futuros candidatos a una ruptura, debido a cualquiera de las situaciones antes
mencionadas esa relación de noviazgo llegó a su fin, llevándose consigo todos
los planes que se tenían, todo se viene abajo supuestamente, tu vida por un
momento se encuentra aturdida y aun no cree que esto haya terminado.
Debemos analizar
que esto no fue de la noche a la mañana, hubieron hechos y circunstancias que
fueron propiciando este fracaso, quizás te hagas el que no entiendas del por
qué, pero dentro de ti sabes muy bien los errores que se cometieron entre los
dos y que poco a poco te costaron esa relación.
Posteriormente
viene lo más duro y es que, aunque uno de los dos haya tomado la decisión de
terminar esto, siempre los afectados serán los dos.
Vienen los días difíciles
que nadie quiere pasar, esos días largos en donde el rostro de la otra persona
se te aparece hasta en la sopa, en donde la melancolía hace su aparición, en
donde tu rostro ha cambiado y parecieras uno más de la familia Monster, estás
triste todo el día, viendo tu teléfono celular esperando que te llame, que te
envíe un mensaje o que por lo menos se acuerde que existes, pero al ver que eso
no pasa te sientes totalmente destruido, se te van las ganas de todo, quieres
disimularlo frente a las personas que saben que eres fuerte, pero cuando estas
a solas quizá lloras de tristeza y te preguntas por qué te ocurre esto a ti.