JOSE CARDEL
Síntesis
biográfica por el Ingeniero Armando Cardel Aguilar.
Nació a fines del siglo pasado, en la congregación
Carretas, municipio de Paso de Ovejas. Sus padres fueron José Cardel y doña
Manuela Murrieta, matrimonio humilde dedicado a las labores agrícolas. El padre
era arrendatario de pequeñas fracciones de terreno. Al morir su padre, su
señora madre lo envió a estudiar a Orizaba, en donde vivían algunos parientes,
con lo que encontró alojamiento y protección. En vista de que su estancia en
Orizaba y el sostenimiento de los estudios de José Cardel resultaban más costosos
cada año, su madre lo traslado a la ciudad de Xalapa. Cuando ya estaba
instalado y seguía sus estudios, doña Manuela falleció, sumándose a esta
angustia el despojo que sufrió de las pocas tierras y ganado que le heredo su
señora adre, debido a los terratenientes voraces del lugar. Como su situación
económica era difícil, para poder continuar sus estudios y sostenerse tuvo que
vender sus casas, que en Xalapa había comprado su señora madre, hasta quedarse
sin nada. Entonces tuvo que abandonar la escuela para dedicarse a trabajar,
ingresando como empleado en una casa vendedora de maquinas de coser Standard, de la ciudad.
En la casa donde trabajaba conoció a una joven que
estudiaba costura y enseñaba el manejo de las maquinas, llamada María Aguilar
Rebolledo con la que hizo buena amistad, y al poco tiempo celebraron nupcias.
Ya había estallado la Revolución y Cardel, ya casado, fue a formar parte del ejército
Constitucionalista a las ordenes de don Venustiano Carranza, siendo jefe en
varias ocasiones de la escolta de los trenes, y durante mucho tiempo pagador de
la tropa, ya con el grado de Mayor. Estuvo presente en varios hechos de armas,
en donde demostró valor y arrojo, llevando siempre una vida agitada azarosa y
llena de peligros, pero siempre estuvo a su lado para alentarlo su abnegada,
valerosa e inseparable esposa, sufriendo toda clase de incomodidades, de
angustias y todo lo que implica una vida en campaña militar. Debido a una
epidemia falleció su única hija llamada Evelia, quedándole dos varones más
pequeños José Manuel y Armando.
En la batalla de Aljibes José Cardel fue comisionado
para trasladar los heridos a los hospitales más cercanos que encontrara para su
atención médica.
De Aljibes, José Cardel fue a radicar al puerto de
Veracruz, en donde se vio en la necesidad de dedicarse a diversas actividades
para sostener a su numerosa familia, pues sus hijos ya eran para entonces
cinco, cuyos nombres en orden descendente eran José Manuel, Armando, Eloy,
Evelia y Celia, de los cuales solamente viven Arando, Eloy, Evelia y Celia,
pues los otros fallecieron.
Desempeño los trabajos de inspector de pieles,
alcoholes y pulques, y estableció una carbonería. En una ocasión radico en El
Tejar donde se dedico a la fabricación de ladrillo, manejó un negocio de carretelas
(calandrias), estableció una lechería y cuando se construyo la plaza de toros
en Villa del Mar, fue comisionado para vigilar la obra, y al terminarse lo
nombraron encargado de ella.
Mientras José Cardel atendía sus trabajos, doña María,
su esposa, hacia ropa para vender, y sus hijos mayores recorrían todas las
calles del puerto para ofrecerla en venta con lo cual se ayudaban en los gastos
de la casa. Muchas de las ocasiones, Cardel acompañaba a sus hijos en el
recorrido diario de la ciudad para la venta de las prendas de vestir hechas por
su esposa.
Estableció una hortaliza en los terrenos donde se
construyo el Auditorio del puerto, en la avenida Díaz Mirón Las verduras
obtenidas las entregaba a los locatarios de uno de los mercados de la época,
llegando a establecer un pequeño puesto de frutas y legumbres que el mismo
producía
Con la idea de seguir la lucha por los principios
revolucionarios, se traslado a Salmoral, brindándole alojamiento y alimentos
don Bartolo González, quien con entusiasmo secundó a Cardel en la lucha que se
iniciaba. Se dedico a cultivar una pequeña fracción de terreno que le
facilitaron los vecinos del lugar, quienes además, le ayudaron a levantar una
pequeña choza en que alojar a su familia. Cuando terminaban las arduas labores
cotidianas del campo, se reunía con los campesinos del lugar para platicar
sobre los diversos problemas que se presentan para obtener la dotación de su
ejido, lo cual fue logrado mediante la previa organización de su Comité
Ejecutivo Agrario. Pero la idea fundamental era la de seguir orientando a los
habitantes del campo, a los campesinos, para que formaran sus comités
ejecutivos agrarios para la creación de nuevos ejidos en los poblados de todo
el estado, cuya actividad representa una peligrosa empresa, pues como ya se
dijo los terratenientes tenían los jefes de armas de su parte, habiéndose
distinguido entre otros por sus persecuciones encarnizadas a los agraristas, el
del puerto de Veracruz, que en esa época luchaba también en contra del gobierno
legalmente constituido, en apoyo del señor Adolfo de la Huerta, que pretendía
la presidencia de la República.
A pesar de los peligros que representaba la lucha,
pues por diferentes partes del estado se asesinaban campesinos, el grupo de
Salmoral se aprestaba a la iniciación de tan peligrosa aventura, pero para
ellos hacía falta un guía, una cabeza, y al preguntar uno del grupo, en una de
tantas reuniones, quien seria ese guía, José Cardel contesto que el asumía tan
delicada responsabilidad, se hicieron los planes para desarrollar la
importantísima misión, destacando en estos trabajos, junto con José Cardel, don
Bartolo González, Salvador González, su hijo y otros muchos vecinos del lugar.
Por los primeros meses del año 1923 llegaron a
Salmoral, Úrsulo Galván, Manuel Almanza, Sóstenes Blanco y otras personas más,
quienes por encargo del Sindicado de Inquilinos del puerto de Veracruz, se
dirigía Herón Proal, pensaban en organizar a los campesinos en comités
ejecutivos agrarios por todo el estado, para el establecimiento de ejidos, con
tal motivo se suceden diariamente reuniones para planear el trabajo, durando a
veces hasta altas horas de la noche las platicas, haciendo amenas las reuniones
con canciones revolucionarias entonadas por unas damas de lucha que acompañaban
al grupo en su gira. De estas reuniones salieron comisionados para dirigirse a
diferentes partes del estado a organizar los comités ya mencionados.
Fueron en esas reuniones de Salmoral en donde se hablo
de constituir una organización formada por los campesinos del estado para
luchar con más fuerza por la repartición de las tierras, por el respeto a las
leyes agrarias y por las garantías a los ejidatarios, para que pudieran
trabajar sus tierras si temores, garantizando, a la vez sus vidas, surgiendo
así la idea de crear la Liga de Comunidades Agrarias del Estado.
Como una prueba más del momento de peligro que vivió
la familia Cardel, vamos a relatar el siguiente acontecimiento. La choza en que
vivía la familia estaba a orilla de un camino que conducía de la estación del
ferrocarril a un barrio, así se le nombraba, en que vivían la mayor parte de
los terratenientes del lugar, estando Salmoral mas o menos a la mitad de dicho
camino, y desde luego, la casa de Cardel, la cual estaba separada del camino de
referencia por una cerca de alambre de púas.
Cierto día, estando Cardel con su esposa y sus hijos
fuera de la choza, a un lado de la puerta que daba al camino, junto con varios
campesinos que gustaban de platicar con él, un grupo de jinetes como de ocho
hombres, encabezados por una persona que se decía ser el coronel Loyo, se
pararon frente a la casa para preguntar quién era José, éste se levantó para contestar
que él, y preguntó que se les ofrecía, acto seguido todos los jinetes, que eran
terrateniente, desenfundaron sus pistolas con las que encañonaron a José
Cardel, a su esposa y a sus hijos, diciéndole con indignación que si no sabía
de quien eran los caballos que había cogido presos, a lo que contestó que lo
único que sabía era que andaban haciendo daño en las siembras de los
campesinos, motivo por el cual los remitió a La Antigua, que entonces era
cabecera municipal, para que quedaran en calidad de detenidos a fin de que sus
propietarios los reclamaran y pagaran los daños causados. Dicho lo anterior,
los de a caballo contestaron en forma amenazante y en voz alta, pues para que
otro día pregunte de quien son los animales, hacen un movimiento con la clara
intención de disparar sus armas y en ese instante con extraordinaria agilidad
Cardel se lanzo de cabeza hacia adentro de la casa, en tanto que un grupo de
campesinos armados con 30-30 preparaban sus armas desde el otro lado del
camino, cuya actitud observaron los jinetes, y por lo tanto emprendieron la
huida, y cuando aun iban cerca, a una distancia que fácilmente podían ser
blanco de las carabinas de los campesinos, éstos le gritaron a Cardel si les
hacia fuego, pero él, respetuoso siempre de las leyes y no queriendo manchar su
nombre como un asesino, les gritó que no lo hicieran, pues eso se arreglaría
por la vía legal, salvando así las vidas de aquellos enemigos que, pocos meses
después, habían de asesinarlo a él sin ninguna consideración en la forma más
vil y despiadada que pueda imaginarse, como veremos más adelante. Así también,
una vez más, José Cardel se había salvado junto con su familia de una muerte
segura.
Continuaba la lucha sin cuarte con miles de peligros y
careciendo de alimentos, pues hubo ocasiones en que, por mucho tiempo, la
alimentación se reducía a plátanos hervidos. Esta situación desesperante no era
motivo de desaliento, pues se redoblaban los esfuerzos y se seguían organizando
comités agrarios y más ejidos, cuando fueron notificados de que deberían
concurrir todos los integrantes de los comités a una reunión que se verificaría
en la ciudad de Xalapa, con el objeto de constituir la Central Campesina
Estatal, con el objeto de constituir la Central Campesina Estatal, con el apoyo
decidido del entonces Gobernador de la entidad el C. ingeniero y general
Adalberto Tejeda.
El día 23 de marzo de 1923 se realizo la reunión
convocada en el teatro Lerdo de Tejada, con la asistencia de ciento veintiocho
delegados campesinos que llegaron de diversos rumbos del estado, y con la presencia
del señor procurador de pueblos de la entidad, del señor delegado de la Comisión
Nacional Agraria, del señor presidente y el vocal de la Comisión Local Agraria,
se procedió a la constitución de la primera liga de comunidades agrarias de
nuestro país, la Liga de Comunidades Agrarias del Estado de Veracruz.
Después de discutir y aprobar las bases que regirían
las actividades de la Liga, se procedió a elegir la mesa directiva, la cual
quedo integrada por los elementos siguientes: presidente, Úrsulo Galván, primer
secretario, José Cardel Murrieta, segundo secretario, Antonio M. Carlón, y
tesorero, Isauro Acosta.
De tan trascedente acontecimiento se levantó el Acta
Constitutiva de nuestra organización, cuyo documento fue elaborado por José
Cardel, nuestro biografiado, en su calidad de primer secretario.
Entre los firmantes, se encuentra José Cardel.
Al fundarse la Liga, la lucha siguió más encarnizada,
pues los terratenientes con sus guardias blancas y el apoyo de fuerzas armadas
de algunas jefaturas, entre las que se distinguió la del puerto de Veracruz,
perseguían con verdadera fobia a los campesinos y los asesinaban
despiadadamente.
Las oficinas de la Liga desde el primer día en que fue
fundada, se establecieron en una casa que se encontraba casi en ruinas sobre la
avenida Allende, en el número 14, cuyo local se acondiciono para que en él se
alojara la familia Cardel también.
Nuevamente, la esposa de Cardel, doña María,
juntamente con sus hijos, volvieron a vivir momentos de angustia, pues en una
ocasión estuvieron en inmenso peligro de ser asesinados como se observara en el
siguiente relato.
Cierto día, un grupo de campesinos se encontraba en la
sala de la casa, habiendo dejado sus armas sobre una mesa central que servía de
escritorio, cuando irrumpió un numeroso grupo de guardias blancas al servicio
de los terratenientes, con las pistolas en la mano intimidando a los campesinos
a quienes desarmaron y trataron de localizar a Cardel, seguramente para
asesinarlo, lo cual no lograron por encontrarse en esos momentos en platicas
con el general Tejeda. Doña María, que presentía la posibilidad de que tanto a
ella como a sus hijos los pudieran asesinar también, con la ayuda de unos
campesinos arrojaron prácticamente a los hijos por sobre una barda que dividía
el local de la Liga con la casa de la familia Duran, saliendo ella por la
puerta de la casa a la calle, temerosa de que le dispararan los pistoleros.
Como un acto de estricta justicia, es preciso señalar
la valiosa contribución a la causa agraria prestada por tan sufrida, como
valerosa mujer, doña María Aguilar R. esposa de José Cardel, pues además de
alentar a su esposa en la peligrosa lucha, en ese local de la calle Allende en
que por primera vez inicio sus trabajos la recién constituida Liga, todos los
días y hasta altas horas de la noche, doña María hacia café, tortillas y otros
alimentos en regular cantidad, para proporcionárselos a los numerosos grupos de
campesinos que, a diario, se refugiaban en la casa, perseguidos por los
pistoleros de los terratenientes con la intención de asesinarlos. Sin apasionamiento
de ninguna especia y con toda sinceridad y honradez, estimamos que los meritos
de tan valiosa mujer en la lucha agraria no se le han reconocido debidamente.
Solamente se la ha asignado una pequeña pensión, inicialmente acordada por el
distinguido general Tejeda y que generosamente los Gobernadores del estado, que
se han sucedido hasta la fecha, se la han seguido otorgando, de lo que ella, al
igual que su familia, siempre se ha manifestado muy agradecida.
Con motivo del levantamiento en armas de Adolfo de la
Huerta, se registro un hecho muy lamentable para la causa agraria, pues la
ciudad de Xalapa fue atacada por tropas que apoyaban a De la Huerta,
encontrándose ausente don Adalberto Tejeda, entonces Gobernador. La plaza fue
defendida con valor por tropas del general Berlanga y por los grupos de
campesinos a quienes les consiguió armas José Cardel que, junto con él, el
distinguido escritor José Mancisidor y otros campesinos que tenían alguna
representación como dirigentes de la Liga, tales como Sóstenes Blanco y Antonio Carlón, colaboraron
en dicha defensa, teniendo que abandonar la plaza ante la superioridad numérica
del enemigo y los recursos de armamento de que disponían.
Ante la imposibilidad de salir de inmediato de la
ciudad, José Cardel, Antonio Carlón y Sóstenes Blanco se vieron en la necesidad
de esconderse, lo cual hicieron en un sótano que se localizaba en una vecindad
de la calle que hoy lleva el nombre de Úrsulo Galván.
Carlón y Sóstenes tuvieron la oportunidad de poder
abandonar su refugio, no queriendo
hacerlo Cardel por su sentido de responsabilidad, ya que al salir de la
ciudad tendría que abandonar la Liga que había quedado bajo su cuidado y
atención, lo cual no quiso hacer, permaneciendo en el escondite.
Desgraciadamente al siguiente día en que salieron Carlón y Sóstenes fue
denunciado Cardel y aprehendido, habiendo antes enviado un recado a su esposa
doña María, dándole instrucciones en el sentido de que, con la ayuda de algunos
campesinos trasladaran el archivo y otras pertenencias de la Liga que pudieran
ser comprometedoras, para que no cayeran en manos de los enemigos, a una casa
situada en la avenida Hidalgo, en cuyo patio fueron enterradas las cosas que
pudieron sacarse del local de la avenida Allende, en donde estaban las oficinas
de la Liga.
La esposa de Cardel, al tener conocimiento de que
había sido puesto preso José, desesperadamente trató de localizar el lugar en
que lo tenían detenido, sin lograrlo; habiendo sabido que lo trasladaron al
puerto de Veracruz, se encaminó hacia allá doña María con sus hijos, y
consiguió alojamiento y alimentos en una casa de una familia amiga, siguiendo
incansablemente, desde luego, la búsqueda de su marido, a quien lo tenían preso
en el cuartel que estaba ubicado en la esquina de las calles Rayón e
Independencia, donde todos los días doña María le llevaba café y algún otro
alimento que le proporcionaba la familia con quien vivía.
Del cuartel antes mencionado, cambiaron a Cardel a
otro que estaba localizado en el edificio que hoy se denomina Palacio Federal,
de la calle 5 de Mayo y Rayón. Doña María, además de llevarle a José Cardel
todos los días de comer, no tenía ni un momento de reposo, pues trataba de
entrevistarse con los jefes militares para ver si podían dejar en libertad a su
esposo, o cuando menos la orientaba sobre los trámites a seguir para lograrlo,
sin que nadie le ayudara. Uno de tantos días de desesperada actividad para
lograr su objetivo, logro hablar con el entonces gobernador interino del
estado, quien le prometió hacer lo posible porque trasladaran a Cardel a
Xalapa, en donde estaría más seguro, pero como en esos días se celebraban las
festividades acostumbradas de las posadas y la navidad dicho personaje le
contestó con la mayor tranquilidad que por el momento no era posible, y que
pasadas las fiestas lo haría, tal actitud aumento más la desesperación de doña
María, pues pensaba que mas importaban las diversiones que la vida de un
hombre.
Siguió la esposa de don José su peregrinar angustioso,
logrando hablar con Adolfo de la Huerta,
que por esos días estaba en el puerto, recibiendo promesas, pero solo eso,
promesas de que no le harían nada a su esposo.
El día 24 de diciembre de 1923 doña María Aguilar,
como todos los días, llevo café temprano a José Cardel y cuál sería su dolor
cuando al llegar al cuarte ya no lo encontró. Suplicó con desesperación a todo
mundo que le informara sobre el lugar en que se encontraba su esposo, y en su
angustia imploraba que aunque fuera el cadáver se lo entregaran si es que ya lo
habían asesinado, recibiendo siempre la misma respuesta, que no sabían.
Como el
señor De la Huerta abandonó el puerto en esos dias, el jefe de las armas en ese
lugar quedó con amplias facultades y dueño de la situación, circunstancia que
aprovecho un compadre de él, el más encarnizado y primer enemigo del agrarismo
y personal de José cardel, un promimente terrateniente, que pidio le entregara
a cardel, lo cual obtuvo al momento.
Supo lo
anterior doña María y tambien le informaron de que el terrateniente que se
alude y otros mas de la misma calaña, llevaron a Cardel a la estacion del
Ferrocarril Interoceánico denominada entonces San Francisco de las Peñas mismo
que hoy lleva el nombre de José Cardel en honor de tan limpio y mártir
revolucionario y agrarista, por acuerdo del inolvidable general Tejeda. En
dicho lugar, se supo que el día 24 y parde de la noche del mismo, tuvieron a
Cardel oculto dentro de la construcción qe sirve de base al tanque de agua de
la estación, para uso de los trenes habiendolo sacado en la madrugada del día
25 para que nadie se diera cuenta, y llevarlo al lugar en donde lo asesinaria.
Al sacar a
Cardel del lugar indicado, le cortaron las plantas de los pies y asi lo
hicieron caminar varios kilometros hasta un lugar denominado Mozomboa,
perteneciente al municipio de Actopan, en donde con toda crueldad y salvajismo
le cortaron la lengua, lo apuñalaron y, a manera de blanco, cada uno de los
cafres asesinos pasaba por turno a disparar sus pistolas cobardemente, a un
hombre inerme, diciéndole con verdadera actitud diabólica. ¿Querías tierras
para tus campesinos? ¡Pues ahí te van tus tierras!, al momento de disparar
hasta que saciados de sangre y de su macabro festin, optaron por despedazarlo
jalandolo de piernas y brazos a cabeza de silla. ¡Qué desilución! ¡Qué
vergüenza!
Así murió
Cardel, limpio y honrado luchador incansable por los ideales revolucionarios,
por la redencion de los parias, por los humildes campesinos, quienes a pesar de
su valiosa contribucion a las luchas libertarias de nuestra Patria, y en
particular de la gran Revolución de 1910, no se les hacia justicia en esa época
a pesar del triunfo de ese movimiento armado, y que todavia en nuestros dias
siguen padeciendo hambre de justicia y de pan, a pesar de los grandes esfuerzos
por redimirlos que hace nuestros gobiernos de extración revolucionaria.
Así
quedaron los restos mortales de José Cardel, abandonados en el monte, en las
tierras que con tanto amor y sacrificio lucho por obtener para los campesinos,
en esas tierras que con su sangre generosa habian de fecundar y fructificar,
llevando pan y abrigo a los humildes campesinos desheredados de la fortuna, y
un limpio ejemplo digno de seguir por las generaciones presentes y futuras.
Así quedó
una vida más y unos huerfanos como hubo tantos, en la mas espantosa miseria,
sin que hubiera quien les tendiera una mano amiga para aliviar su desventura,
solamente el valor, la entereza y el esfuerzo de una madre que haciendo ropa
para vender pudar dar de comer a sus hijos, darles abrigo y una educación
inicial, hasta que, al entrar triunfante con sus tropas al puerto de Veracruz
el general don Adalberto Tejeda, doña María juntamente con sus hijos, lo
entrevistó en el hotel Imperial en donde se alojó, y de inmediato ordeno que le
dieran una ayuda económica y que al regularizarse su goberino se le asignara
una pensión, lo que se cumplió oportunamente.
Aunque no
quisieramos consignar las ingratitudes humanas que con frecuencia observamos,
nuestra conciencia se rebela y nos obliga a lamentarlas, pues en este caso, a
partir del asesinado de José Cardel, nadie se preocupó porque sus restos fueran
localizados, hasta que el ilustri licenciado don Angel Carvaal, siendo
gobernador interino del estado, a los 26 años del sacrificio del esforzado
luchador Cardel, generosamente organizo una comisión encargada de buscar los
despojos mortales de dicho lider, labor un tanto dificil, pero que se realizó
con tezón noche y día hasta lograr su objetivo, encontrando fragmentos de hueso
derruidos y casi pulverizados por la acción del tiempo.
Los restos
mortales de Cardel fueron incinerados y colocados en una pequeña urna, cuyas
cenizan se velaron en el poblado de Salmora, en donde José Cardel con su
familia vivieron momentos de angustia y de terror por los multiples peligros que
tuvieron que sortear.
La urna
que contenia las cenizas del ilustre paladin de los derechos de los campesinos
fue trasladada a la ciudad de Xalapa por carretera, a lo largo de la cual
recibia un saludo póstumo y de gratitud de los campesinos de los pueblos por
donde pasaba el cortejo fúnebre. Al llegar a la capital del estado, la urna fue
depositada en uno de los nichos del majestuoso monumento erigido en la cuspidel
del cerro Macuiltepetl dedicado para los defensores de los derechos de los
campesinos y fundadores de la gloriosa Liga de Comunidades Agraristas del
Estado. Precisamente junto al nicho donde descansan los restos de Úrsulo Galván
fueron colocados los de José Cardel Murrieta, simbolizando asi en la muerte la
unión que en vida los ligo al ideal agrario.
Tan
significativo acto tuvo verficiativo el día 28 de julio del año 1949, 26 años
despues de su sacrifico, acaecido el 25 de diciembre del año 1923, precisamente
cuando la euforia de las fiestas navideñas embargaban las almas humanas.
En aquella
ocasión, el licenciado Carvajal pronuncio una solemne oración fúnebre con una
elocuencia que siempre lo ha caracterizado, exaltando los meritos de Cardel a
pesar de su breve participación en el movimiento agrario, ya que sus enemigos,
los terratenientes, reconocian en el un serio peligro para el logro de sus
malévolas ambiciones y por lo tantaron de eliminarlo lo mas pronto posible,
maxime que el asumió por entonces le máxima responsabilidad al frente de la
recientemente constituida Liga de Comunidades Agrarias del Estado.
Digitalizado
por: Lic. Alberto G. Lira
2013: a 90
años de su asesinato